martes, 6 de diciembre de 2011

Grandes tradiciones Wirikutas.

En el borde occidental de la sierra de Catorce, Leunar o el Quemado es el centro ceremonial más oriental en la geografía sagrada de los Wixarrica, o Huicholes. Ahí suben a depositar sus ofrendas después de que han llegado con éxito a Wirikuta, la tierra del origen, luego de una larga peregrinación muchas veces peligrosa y llena de intensos acontecimientos. Todo para ellos es sagrado durante esta peregrinación que es solo un reflejo de su vida cotidiana. Una vida en la que día a día y noche a noche todo tiene un significado que va más alla de las puras apariencias; una visión que el hombre moderno casi ha perdido por completo.

Todo inicia en el pueblo de La Tristeza, Nayarit. El mar-akame es don Francisco, hombre de gran sabiduría y sencillez. Es el guía espiritual de la comunidad. Sólo él puede ver al venado azul, Kauyumari, hermano mayor de los huicholes, y representante de los dioses. Es continuador de la tradición, "el costumbre", que con su fiel compañero Tetehuari, Dios del Fuego, conocen el destino de los huicholes.

Con don Francisco van los peyoteros, peregrinos, de su comunidad y del pueblo Salvador Allende. Todos se dirigen a Wirikuta.
 
Esta vez irán en camión hasta la entrada al desierto, y después caminarán varias horas para llegar al lugar sagrado a recolectar peyotes. Antiguamente todo el trayecto se hacía a pie.
 
En el grupo van dos niños con el rostro cubierto, requisito indispensable para quienes inician su primer viaje a Wirikuta.

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